Me llamo Cristina y esta es la historia de cómo pasé de tener mi propio despacho de abogada a dar cursos sobre repostería creativa:
Año 2012. Mientras preparaba un caso del máster, casi como una inspiración, sin haber cocinado antes ni un simple flan me levanté de la mesa y dije: ”¡voy a hacer pastas de té!”. Busqué en internet la receta, improvisé con los ingredientes que había en casa y….horribles. Duras como piedras. Al día siguiente repetí la receta cambiando algunas cosas y bueno, esta vez estaban menos duras..
Mientras seguía estudiando mi master aprovechaba algún rato libre para experimentar recetas. Por aquel entonces nadie hacía esas cosas en Zaragoza, así que buscaba y estudiaba en páginas americanas para aprender nuevas técnicas y me las tenía que ingeniar haciendo mi propio fondant porque tampoco nadie lo vendía, y no hablemos de colorantes e ingredientes que aún a día de hoy ,2021, cuesta conseguir (crémor tártaro, CMC, albúmina..) .
Mis 2 vocaciones siguieron en paralelo. Terminé el master, me monté mi propio despacho y conforme empezaron a llegar los clientes el tiempo para hacer repostería disminuyó, pero siempre sacaba un hueco. Y todo lo que ganaba en el despacho lo invertía en viajes a Estados Unidos con mi marido (entonces novio) donde aprovechaba para llenar la maleta de colorantes, cortadores, moldes..Que por cierto, quiero aprovechar esta entradilla para agradecerle su apoyo incondicional. Por confiar en mí, en el proyecto y porque recorrerse en cada viaje las ciudades de EEUU buscando tiendas de proveedores es bonito, pero en Miami a 42 grados a la sombra y yo diciendo: “pensaba que era por aquí…espera que vamos a dar otra vuelta” ¡es de santo!
Entonces llegó mi primer hijo e hice lo que siempre dije que jamás haría: dejar de trabajar por él. Al principio fue solo para unos meses, pero lo cierto es que ya no me pude separar de él. Cerré todo, guardé todo en cajas y me quedé en casa para estar con él. Así que retomé la repostería abriendo una página en Instagram con el primer nombre que se me ocurrió: sweet and cream, donde enseñaba a la gente a hacer galletas y pese a que al principio no le dedicaba tan apenas tiempo y publicaba “de ciento a viento”, funcionó muy bien.
Y como se suele decir, “el resto es historia…” 4 años y 11mil seguidores después, tras recibir decenas de mensajes cada semana de gente pidiéndome que le haga galletas, que varias tiendas me hayan ofrecido ir a dar clases, llevar años escuchando: “¡dedícate a esto!”, “móntate algo que te harás famosa”, “no he visto a nadie que sepa hacer esas galletas”, pensé: “oye…pues igual esto no se me da tan mal y debería tomármelo en serio...”
Así que aquí estoy, dispuesta a enseñarte todo lo que sé, desde un bizcocho básico a un pueblo de galletas navideño en 3d con luces incluidas.